KOAN 2: BAJOS INSTINTOS

Una persona formal. Me atrevería a decir que exageradamente formal. Pelo bien cortado, bien peinado, con sus entraditas y todo. Traje gris, corbata azul marino con unos tímidos estampados de cachemir, camisa azul cielo. En fin, lo dicho, todo muy formal.Tan formal que no hay quien lo resista. Ni siquiera él mismo. Su raciocinio estaba pidiendo a gritos la ayuda de un psiquiatra. ¡Y fue!
Ante aquel mecánico de cerebros se confesó: En su interior hervían deseos inconfesables, sueños neuróticos, rebeldías reprimidas, aberraciones inconfesables, todo un enjambre de "bajos instintos" que zumbaban desde lo más profundo de sus entrañas.
Un caso de manual para el psiquiatra. Su consejo también de manual : "No se lo guarde todo en su interior. Suéltelo, libérese, desmelénese,  sea espontáneo, arránquese la corbata de cuajo, saque a pasear sin miedo sus "bajos instintos".
La persona formal era tan formalita que siguió el consejo de su psiquiatra a rajatabla, como si fuese una orden. 
Lo siguió, eso sí, a su manera, es decir, formalmente. Expulsó de su interior, vomitó de golpe, a tropel, todo el mogollón de sus "bajos instintos". Les puso un collar, los ató a una correa y los sacó a pasear a la calle.
Eso sí, cuando los "bajos instintos" se cagaban sin piedad en mitad de la acera, la persona formal, como todo ciudadano responsable, recogía las caquitas con una bolsa de plástico y las tiraba en el contenedor más próximo. En el de residuos biológicos, por supuesto.



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