KOAN 6: EL POETA

Un bar de los de toda la vida. Un bar añejo. Un bar con sus toneles de roble con vino a granel, con sus neveras de puertas de madera, con sus mesitas de mármol blanco y patas de hierro forjado. Un bar con su cabeza de toro disecada y con un viejo camarero que no está disecado pero lo parece. En fin, uno de aquellos bares anteriores a todas las normativas municipales, ajeno a cualquier corriente de diseño. Al fondo, en un rincón oscuro, debajo de varios cuadritos con fotos autografiadas por toreros, un poeta. Viejo, sin afeitar, con boina para protegerse la mollera. De la comisura de los labios le cuelga un caliqueño. No lo fuma, lo masca. Un desafío, una hostilidad sutil, una rebelión personal contra la ley antitabaco. Frente al poeta, una botella de gaseosa La Casera, una jarra de vino tinto a granel del Priorat y un vaso de vidrio color ámbar. Porque el vino hay que beberlo en vidrio, en un vaso de vidrio grueso a ser posible. Beberlo en copa de cristal y sin gaseosa le resultaba demasiado afectado. Escribe sus poesías en un bloc de cuadrícula, con una pluma comprada en los Encants décadas atrás. Escribe poesías eróticas. Poesías que no se inspiran en su escasas experiencias sobre el tema. Son fruto de sus pajas mentales (también manuales) que siempre suelen ser más apasionadas que las vividas en la cruda y vulgar realidad.

En boca entra amplio y maduro
con una sensación dulce y enérgica.
Increiblemente carnoso y equilibrado.
El paso de la  boca untuoso,
con un pequeño nervio.
Cálido y potente, sedoso y agreste.
Explota en el paladar un licor de moras,
amplio, goloso
con un final de lavanda.
Graso,con una pizca de acidez,
con un regusto vivo que deja
recuerdos de melocotón y cacao.

El vino peleón mezclado con gaseosa burbujea en la mente del poeta. Las palabras brotan espontáneas construyendo inspirados versos.

Color cereza brillante y limpio,
aromas de fresa y cassís.
Nariz fina, estricta, mineral y floral.
Presencia elegante y respetuosa.
Boca amplia, expansiva, afrutada y ácida,
recuerdos del sotobosque mediterráneo.
Tiene un paso tranquilo hacia el paladar
sobre un fondo ahumado.
Discreto en un primer momento,
se torna intenso y potente.
Una sinfonía de especies,
de laurel y orégano.

El poeta sabe que ya no se lleva la poesía erótica. Que ya no se llevan la sutileza de las metáforas. Que ya no se venden los libros de poesía.

El poeta también ha tenido que adaptarse a los nuevos tiempos, ha tenido que reconvertir su oficio.Ahora vende sus poesías erótico-sensuales a una revista gastronómica, sección vinos y espumosos, como crítico enólogo.

Cuerpo sedoso
con una seductora chispa golosa.
Fondo de notas tostadas,
de regaliz y melocotón.
Color rubí,
con reflejos violáceos de alta densidad.
Se abre desplegando 
aromas de romero y frambuesa.
Entrada cremosa, intensa, persistente.
Ataque potente y con volumen,
con un fondo de cuero y cacao,
confitura y madera quemada,
de buena crianza en barrica.
Postgusto largo y lleno de jugo.

Nunca ha probado ninguno de los selectos caldos (y menos sin gaseosa) que describe con su poesía. No le preocupa. Sabe que los snobs que leen sus poesías, camufladas de descripciones vinícolas, sólo buscan un envoltorio literario a sus excesos etílicos. El poeta tiene la sana costumbre de no mezclarse con estos nuevo-ricos que se las dan de finos y enteradillos. Sin embargo, la industria vinícola es el último reducto que precisa de la poesía para aumentar sus ventas y justificar sus precios.



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