KOAN 7: EL HUEVO DEL CUCO



El capitalismo es un sistema que nunca desaparecerá porque está basado en la avaricia.
La avaricia es un sentimiento puro, sin dudas. Es un sentimiento caprichoso, que exige exclusividad. Es un sentimiento que se instala en el alma como el huevo que el cuco pone en nido ajeno. El huevo del cuco se gesta antes que el resto de huevos con los que comparte el mismo nido. El precoz polluelo de cuco picotea la cáscara de su huevo desde el interior y, nada más nacer, su instinto lo arrastra a empujar los otros huevos del nido, a tirarlos desde lo alto de las ramas del árbol donde está instalado y dejar que la ley de la gravedad se ejecute con toda su contundencia. El polluelo de cuco se convierte, así, en amo y señor del nido. Los presuntos padres lo empiezan a alimentar con gusanos, grillos, cucarachas, moscas y todo este tipo de bichos asquerosos que comen los pajaritos.

El polluelo de cuco es insaciable. Siempre quiere más y más. Nunca tiene bastante, siempre está hambriento. Crece y crece sin cesar hasta duplicar, triplicar, el tamaño de sus presuntos padres. Los pobres no dan abasto intentando saciar la voracidad de su polluelo.
Cuando el cuco ya ha crecido lo suficiente, abandona el nido que lo vió crecer tan desmesuradamente. Busca pareja, una socia, para volver a repetir el ciclo de su existencia. 

Así es el sentimiento de la avaricia, un polluelo de cuco que se ha deshecho del resto de sentimientos del alma. La avaricia ha confundido el mundo con un inmenso nido donde depositar su huevo. El resto de huevos que habitan el mundo, les tocará sufrir a todos el mismo destino. Todos acabarán siendo expulsados del nido, uno tras otro. 

Todos seguirán el mismo proceso: Han trabajado toda la vida para una empresa, han comprado una casa hipotecándose hasta las trancas, han comprado un coche, con parking, para ir los fines de semana a esquiar o a la playa, según la temporada. Un buen día aparece la crisis. La avaricia no está dispuesta a ceder en su codicia y se niega a ver descender sus ingresos anuales de gusanos e insectos. Su instinto le lleva a deshacerse de huevos que comparten el mismo nido para que los beneficios no escaseen. De la noche a la mañana, el huevo se ve expulsado del nido, lo despiden. Va a engrosar las listas del paro. Al principio se mantiene con el subsidio, pero su nivel de vida empieza a descender. No encuentra trabajo, se hunde en una depresión. El glamour matrimonial desaparece, su mujer pide el divorcio y lo echa de casa. Sobrevive un año de pensión en pensión hasta que se le termina el subsidio del paro. No hay vuelta atrás, desciende cuesta abajo. Acaba en la calle. Un mendigo más.

¿No os habéis fijado que últimamente hay más mendigos en la calle? Muchos de ellos han seguido este proceso, paso por paso, hasta acabar finalmente engrosando el número de mendigos. las calles se van llenando, día a día, de una manera perceptible, de huevos estrellados contra el asfalto. Huevos que han sido arrojados del nido del sistema. 



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