KOAN 10: EL ARTE DE ESCUCHAR


BLABLABLABlablabla…Era de esa clase de tipos que sufren incontinencia verbal BLABLABLAblablabla de los que se pasan todo el santo día con el BLABLABLA,  que si BLABLABLA p'arriba, que si BLABLABLA p'abajo, un  BLABLABLA sin tregua, sin reposo, casi sin respirar BLABLABLA  un mantra infinito, un miedo, un terror cósmico al vacío, al silencio BLABLABLA un bucle eterno de palabras, un anillo de moebius reiterativo, un pozo sin fondo que había que llenar y rellenar con su desmesurada, inconmensurable, exagerada  verborrea, BLABLABLA y BLABLABLA y una vez más BLABLABLABlablabla……..

Algunos días amanecía traspuesto, extrañamente poético y se lanzaba sin pudor a variaciones temáticas con un inspirado BLI, BLI, BLI…o también un BLU,BLU,BLU e incluso llegaba a componer complejas estructuras verbales con unos atrevidos BLI, BLA, BLE, BLA, BLO, BLU, BLU, BLE, BLI, BLI,BLAB, BLAB……

Bien es cierto que sus cuerdas vocales sufrían de tan descontrolada explotación, pero sin duda, mayor era el sufrimiento que ocasionaba en la paciencia ajena. Estar a su lado y acabar con dolor de cabeza era todo uno.

Una mañana descubrió alarmado que al abrir la boca no salía sonido alguno. Fue un drama repentino.Aquel charlatán irredento se había quedado mudo, así, sin más. No me preguntéis cómo. Los castigos divinos casi nunca tienen una explicación racional, ni siquiera razonable. Al igual que  una vez los dioses castigaron la soberbia de Beethoven sumiéndolo en la sordera para que no pudiera escuchar su propia música y a Homero le ofuscaron la vista para que no pudiera contemplar más las hazañas de sus conciudadanos, aquel pobre diablo fue castigado con la mudez para que cesara de una vez su parloteo inconexo.

Una angustia desconocida estremeció todo su ser. Sin el abrigo incesante de sus palabras se sentía desnudo, 
   
Cayó primero en la desesperación, a lo que le siguió la frustración, hasta hundirse en las ciénagas de la depresión. Empezó poco a poco a resignarse, a aceptar la nueva situación, siguiendo con toda naturalidad, sin salirse ni un ápice, el guión marcado por los analistas y escrutadores de los mecanismos secretos de la mente, hasta me atrevería a decir que del alma humana. Todo muy de manual de autoayuda.

Empezó a dar sus primeros pasos, vacilante, temeroso en esta extraño mundo que no podía asir sin sus BLABLABLA. Al no poder hablar empezó a percatarse de un extraño fenómeno, algo que rozaba lo paranormal. En esta nueva realidad , la gente, en vez de huir de su presencia, al no poder hablar se le acercaba. Al estar callado pudo oír por primera vez a los demás. Las personas sencillas se sentían a gusto a su lado, eran seres que buscaban alguien que les escuchara, que buscaban una oreja paciente donde volcar todos sus problemas, sus dudas, sus inquietudes, sus menudencias, sus manías, sus pájaras mentales, sus idas de olla, sus traumas, sus obsesiones, sus neurosis, sus paranoias, sus esquizofrenias, sus bajos instintos, sus perversas pasiones, sus….sus…sus…

 Aquel pobre tipo, el pobre mudito, estaba pagando en su propia trompa de eustaquio todos sus anteriores pecados, todas sus eyaculaciones verbales.

Se supone que escuchar te hace sabio, que se aprenden muchas cosas, que todas las desgracias esconden, cual pirata su tesoro, un mensaje oculto, un secreto a descubrir que te cambiará hacia una vida mejor. Quizás esto dependa de quien se acerque a hablarte, quizás de la actitud receptiva del escuchador, o bien de su percepción, de su sensibilidad. No sé. El caso es que por mucho que escuchara ( no tenía otro remedio ) no aprendía nada nuevo ni siquiera algo mínimamente interesante. Descubrió, eso sí, que no había nada relevante que decir, ni de su parte ni de parte de los demás.

 Sólo deseaba que los dioses le concedieran la oportunidad de poder pronunciar una palabra de nuevo….Era una palabra que le brotaba de los abismos del alma, una palabra que sentía la necesidad de gritar, casi de aullar, a los cuatro vientos. Una palabra contundente, estentórea, un grito descarnado que pudieran oír con toda claridad aquellos plastas que abusaban de sus oídos y de su paciencia. Sólo una vez, sólo una palabra:  ¡BASTA !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!∫  


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